Mucho se ha dicho sobre que la gente se “vuelve loca” en las redes sociales. Esto ha hecho
que algunos en el gobierno argumenten que se necesita una mayor protección de la
privacidad. La idea es que exponerse en redes sociales, hacer el ridículo, tiene sus peligros y
que, por ejemplo, por el comportamiento en las redes sociales la gente podría perder su
trabajo. Algunos funcionarios incluso aseguran que cada uno debe o debería tener el derecho
de borrar su identidad de la red, el derecho de ser olvidado. Otros ponen el énfasis en la idea
de reconstruir la privacidad de cada individuo a pesar de la creciente popularidad que se ve
por Internet de compartir todo de una manera compulsiva. La opinión de algunos legisladores
es que Internet y las redes sociales acabarán destruyendo la reputación de alguien tarde o
temprano, así que la gente necesita protección ante sus propias revelaciones. Que son las
redes sociales las que les hacen mostrar su peor comportamiento, que los internautas se
desinhiben en la red. Pero mi opinión es bastante contraria y quiero decirla aquí, en voz alta,
para que la cosa quede clara. Yo creo que la gente no se une a las redes sociales para destruir
su reputación, sino para mejorarla. El efecto que tienen las redes sociales se podría comparar
con el que las aulas tienen en los niños. Se comportan mejor en ellas porque están siendo
constantemente observados y quieren causar una buena impresión. Es más, la mayoría de
redes sociales tienen sus propios “profesores”, es decir, han puesto en marcha medidas para
erradicar ciertos comportamientos, insultos o cosas por el estilo, y que se manifiestan en los
botones de “Denunciar comportamiento”. O sea, también tienen sus normas y la gente las sigue. Algunas más estrictas que las de los mismos periódicos, por ejemplo, concernientes a
los desnudos. El miedo a la alienación y al ridículo también disuade a los usuarios. Los amigos
que frecuentemente ven lo que piensas, a quién conoces, dónde vives, tus fotos, tus vídeos,
tus tuits o tus actualizaciones, actúan como moderadores de tu vida. Antes, la gente solo sabía
lo que hacías ocasionalmente, por tanto, tus posibilidades de sorprender con una mala actitud
eran mayores. La mayoría de la gente quiere caer bien a los demás, y como ahora son
observados, su comportamiento es mejor. A lo que quiero llegar es que vivir una vida en la
que todo el mundo sabe lo que hacen los demás, nos hace, en general, mejores personas y
más honestas. Aunque no lo parezca, las redes sociales te hacen mejor, así de fácil..., de
modo que estoy a favor de ello y a eso es a lo que iba.
adaptado de elmundo.com